Finalmente....

Estamos en plena cultura de la comodidad, escaleras mecánicas, ascensores, cintas rodantes en los aeropuertos y transportes, coches, carritos etc etc. Lo que en principio se diseñó para ayudar a personas mayores, discapacitados, transportes pesados de maletas o bultos, se ha convertido en una costumbre que llega a provocar situaciones tan absurdas como que personalmente me cruce en la escalera subiendo a mi piso (5º), con un joven de no más de veinte años que ha llamado al ascensor para bajar desde un 2º piso. Yo subo por la escalera y él baja en ascensor ¡increíble! De hecho, hay una foto que circula por Internet y que pongo aquí, en la que se da la paradoja de poner escaleras mecánicas para acceder a un gimnasio ¡qué contradicción!

A este ahorro de calorías hay que añadir la comodidad en la preparación de las comidas (comodidad y rapidez), lo que hace que sea más habitual comer en un restaurante de comida rápida que llevarnos la fiambrera (de toda la vida) con la comida adecuada y equilibrada preparada el día anterior. La comida más rápida es la más procesada, la más energética y la más desequilibrada. Si no quemamos calorías y consumimos más de las necesarias, tendremos el sobrepeso que se ha convertido en una pandemia.

En la práctica deportiva se da un hecho parecido (aunque no tan exagerado). El mercado está lleno de suplementos para deportistas que llevan de todo, bombas de vitaminas y minerales, barritas energéticas, líquidos isotónicos (da igual que el ejercicio sea más o menos duradero, que las condiciones sean de más o menos calor etc etc, la composición es la misma..). El mercado atiende ésta demanda, de modo, que en una tienda de productos dietéticos ves cientos de formulaciones y decenas de preparados. Se hace difícil establecer un plan de ayudas ergogénicas individualizado cuando existe el mercadeo tan descarado que hay actualmente. Hay que pasar el tiempo de la consulta explicando el por qué de una marca concreta de DHA frente a las otras, la conveniencia de un tipo de aminoácido en un momento determinado (enfrentando el criterio del prospecto, muchas veces).

Mientras que en el resto de especialidades médicas, la receta de un medicamento está basada en consensos previamente establecidos por los expertos y, por tanto, el tratamiento de un paciente después de un infarto de miocardio no difiere nada en USA, en Alemania o en España, sin embargo, en la medicina del deporte apenas hay consensos o son ambiguos y poco prácticos. La receta de las ayudas ergogénicas se basa en la experiencia, el conocimiento, y la buena fe del médico.

La experiencia porque no hay resultados concluyentes ni consensos, el conocimiento porque hay que estar al día de todas las formulaciones y de los resultados publicados, y la buena fe porque hay que considerar el gasto para el deportista que suponen estas ayudas y es conveniente ser lo más austero posible en las recomendaciones.

No obstante, hay gastos que son absolutamente imprescindibles, por ejemplo, la inmensa mayoría de preparados comerciales de Omega3 son inútiles para proporcionar el DHA en las condiciones de biodisponibilidad y actividad biológica que se precisan. Nosotros tuvimos la fortuna de investigar una marca comercial basada en un triglicérido y pudimos observar estos problemas al comparar marcas y preparados.

Los preparados de proteínas a base de aislado de suero de leche, se asocian a aminoácidos (glutamina), creatina o vitaminas, lo que servirá para que la marca comercial le ponga su sello de identidad frente a las otras marcas, pero desde el punto de vista de la organización de los suplementos, es una complicación ya que tienes que adaptarte al resto de los contenidos sean o no adecuados en el momento en que recetas las proteínas.

De los preparados de vitaminas y minerales, no merece la pena hacer comentarios. Recuerdo una vez que diseñé una formulación de vitaminas para deportistas destinada a una marca que se iba a poner en el mercado. Una vez que envié la formulación y los argumentos técnicos, me llamó el dueño de la empresa para preguntarme que por qué faltaban algunas vitaminas, explicándome que no podían salir así al mercado ya que la gente compraría las de la competencia al comparar y ver que la otra marca llevaba más. Olé los argumentos científicos.

Cuando se consume mucha proteína hay que añadir vitamina B6, cuando hay carga de carbohidratos es conveniente añadir B1, cuando se hace deporte de larga duración y se toman anticonceptivos orales (mujeres maratonianas), deben tomarse suplementos con vitaminas C y B6, etc etc. Todo esto se obvia comprando un complemento que lo lleve todo. El criterio es algo así como “mete al cuerpo un montón y él tomará lo que necesite, el resto lo elimina”. El problema es que un concepto así sería razonable en una máquina, pero nuestro organismo tiene todo un sistema digestivo y un metabolismo que tiene que trabajar en esa absorción, metabolización y eliminación, y eso no resulta gratis, al contrario, a veces genera tensiones metabólicas por forzar rutas de manera inadecuada.