Más cosas sobre los omega 3
En el apartado de
Consultas de la página web www.latiendadehector.com
he recibido el comentario preocupado de un cliente que consume habitualmente el
DHA de la marca aconsejada por mí en la tienda y que me preguntaba mi opinión
sobre el artículo que había leído en el enlace http://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com.es/
en el que los suplementos de omega3 quedan en entredicho.
Casi al mismo tiempo, me
han llegado las conclusiones del III Curso sobre Nutrición 100% Natural
celebrado en Madrid en el que el doctor Clemens von Schacky, jefe de la Unidad
de Cardiología Preventiva de la Ludwig Maximilians-Universidad de Múnich,
considera que un nivel óptimo del Índice HS-Omega-3 reduce el riesgo
cardiovascular, y mejora la función cognitiva, además de reducir la incidencia
de depresión y TDAH. Al mismo tiempo, el comunicado del citado curso dice que
el consenso entre los expertos participantes es que el aceite de krill extraído
en frío aumenta el Índice-HS-Omega-3, y con ello, los beneficios para la salud,
en mayor medida que el aceite de pescado, debido a que sus dos ácidos grasos
esenciales Omega-3, eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA), son más
biodisponibles.
Tremenda contradicción
¿no?; Y ante ella ¿A quién creer?
Bueno, lo primero que he
de decir es que mi opinión en este tema no se reduce exclusivamente a lo leído
en la literatura médica, sino que se basa en más de doce años de estudios
experimentales con este ácido graso. Dicho esto, tengo que decir que no me
extraña, en absoluto, la discrepancia entre los estudios que se presentan en la
web citada (en la que, por cierto, hay una cierta inclinación hacia los
metaanálisis de resultado negativo) y la publicidad de las empresas que manejan
millones de dólares de inversión en estos compuestos, por muy revestidas de
jefes de cardiología que se presenten.
El DHA tiene una base
conceptual indiscutible y eso nadie lo pone en duda en este momento (aunque
hace años, cuando empezamos a hablar de ello sí existía una oposición por parte
de los prebostes de la ciencia de la nutrición en España). Nadie me puede
discutir mi experiencia con el DHA con el que yo he experimentado, porque
aparte de las investigaciones, mis pacientes han disminuido los triglicéridos
en plasma de forma fulminante y he observado mejorías en el área cognitiva y
conductual en pacientes con diversas enfermedades mentales.
Para comprender un poco
lo que ocurre con éste ácido graso hay que entender el proceso de
industrialización, el marketing de mercado y la publicidad tendenciosa realizada
utilizando personajes con un excelente curriculum académico dispuestos a ponerlo al
servicio de un buen postor. Asimismo, hay que comprender que la efectividad de
este ácido graso tiene muchísimo que ver con la dieta total de la persona. No
podemos simplificar su acción a la idea intuitiva de que la ingesta de un ácido
graso que es un componente de los fosfolípidos de membrana, va a modificar
directamente esos fosfolípidos y va a provocar todos los cambios que,
conceptualmente, se sabe que se producen en la célula con una membrana más permeable y fluida.
Pensemos que queremos evitar que un vehículo vaya de una ciudad a otra. Si
ambas ciudades están unidas por una carretera principal, varias secundarias y
múltiples caminos vecinales, no podemos pensar que bloqueando el paso por la
principal vamos a evitar que el vehículo vaya de una ciudad a la otra, ya que
si no lo hace por la vía principal, lo hará por cualquier otro camino que se ha
establecido entre ambas. La evolución ha creado múltiples rutas metabólicas, en
nuestro caso, ya que evolutivamente, descendemos de primates frugívoros, que
pasaron a una dieta omnívora incluyendo carnes y pescados y multitud de
alimentos a los que accedimos, en primer lugar por el uso del fuego y
posteriormente por la tecnología. Es inútil plantear un estudio riguroso con la
ingesta de DHA si no controlamos la biodisponibilidad del producto y la dieta
del paciente.
Hace años, leí en Diario
Médico que se iba a iniciar un estudio sobre la utilidad de los ácidos grasos
omega3 en pacientes psiquiátricos de un hospital de Madrid. Hasta aquí no hay
nada que objetar, al contrario, mi primer pensamiento fue favorable e
ilusionante (ya se empezaba a comprender la importancia del DHA por la clase
médica). Lo malo vino después, cuando leí que se iban a emplear ésteres
etílicos de EPA y DHA. ¿Nadie se había planteado la importancia de la
biodisponibilidad del compuesto a investigar? En seguida la comprendí, lo que
se empleaba era una formulación patrocinada por un laboratorio interesado. Este
es el primer problema, no hay suficientes estudios rigurosos e independientes y
los que hay están patrocinados o dirigidos (a veces de forma muy sutil) por la
empresa que controla el producto.
En el ejemplo del
comunicado del curso en relación con el omega3 de krill, la conclusión de que
el aceite de krill es más biodisponible por estar en forma de fosfolípido no es
una prueba, es una opinión, de hecho, nosotros que sí hemos estudiado la
absorción del aceite de krill no hemos visto tal biodisponibilidad.
Bien, es evidente que la
industria nos manipula, pero no olvidemos a los talibanes del bando contrario,
expertos en lectura de publicaciones en revistas especializadas que nunca han
pisado un laboratorio, pero, eso sí, todo lo critican con la gran palabra
“metaanálisis” como si fuera la verdad absoluta. A estas personas de buena
voluntad y con el magnífico interés de contrarrestar la potente argumentación
del marketing industrial, les diría que fueran más abiertos y que no se dejaran
llevar por el extremismo. Es muy importante saber separar el trigo de la paja
porque si ante un kilo de trigo esparcido en una tonelada de paja nuestra
reacción es decir que “todo es paja”, perderemos el trigo y la oportunidad de
no pasar hambre. Un buen metaanálisis de estudios mal
diseñados dará lugar a malas estadísticas. Asimismo, el hecho de la propia
confianza en lo disponible de estudios publicados puede generar resultados exagerados
debido a dicho sesgo (por ejemplo, los estudios que muestran resultados
negativos o insignificantes tienen menos probabilidades de ser publicados).
En los ácidos grasos
omega 3, el criterio científico consensuado es que hay que equilibrar la
relación n6/n3 hasta llegar a un 2/1 o como mucho un 4/1 (actualmente estamos
por encima de 10/1 en la dieta occidental) (cita bibliográfica). Este equilibrio hay que buscarlo con
la dieta si es posible, evitando la ingesta de aceites n6 (maíz, soja…) y
consumiendo pescado salvaje. Si no es posible, la suplementación con productos
de calidad con DHA protegido (lípidos estructurados), es una opción válida.
Dejemos a los científicos
seguir debatiendo las dosis y formas de presentación del DHA para ser efectivo
como nutracéutico en distintas enfermedades, porque aquí sí que hay
controversia. Pero si queremos adelantarnos, consideremos una suplementación
con un DHA de calidad prescrito por un médico con experiencia, que es muy
probable que nos puede ayudar en patologías de gran impacto como todas las
enfermedades mentales y cardiovasculares.
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