No aprendemos nada...


Hace años alertábamos del incremento exponencial que se iba a producir en las muertes por insuficiencia cardíaca, algo que se sabe desde los años 90 en que los nuevos tratamientos de la cardiopatía isquémica iban a revolucionar la cardiología. El problema era que los enfermos con infartos de miocardio, iban a vivir más, pero no mejor, ya que el problema de fondo no se trataba.


Ahora, se presentan cifras claramente alarmantes sobre esa premonición que se lanzaba hace veinte años. Entre 2003 y 2013 se produjeron en la Región de Murcia (según una tesis doctoral recientemente leída), 27.158 ingresos por insuficiencia cardíaca, con un incremento del 106% a lo largo de la década. Si en 2003 se registraron 1,28 ingresos por cada mil habitantes, en 2013 la cifra había aumentado a 2,26 por mil. 


Vamos a considerar tres factores importantes obtenidos de esta cifra:

1)      Los pacientes recuperados de eventos cardiológicos relacionados con el medio ambiente (sedentarismo, alimentación..), mantienen diversas patologías y mueren, finalmente de insuficiencia cardíaca (es decir, del corazón..)

2)      Mientras se producen estos fallecimientos, siguen teniendo una pésima calidad de vida y siguen sumando enfermedades añadidas (lo que en nuestra jerga se llama comorbilidad). Eso significa padecimiento y sobrecarga del sistema sanitario y gastos en medicamentos.
 )      ¡No hemos aprendido nada! Seguimos aplicando los mismos medios ineficaces de siempre. Mejoramos la técnica. Invertimos en grandes aparatos y grandes hospitales y pagamos carísimos fármacos …. ¡Para no mejorar la vida de los pacientes!

 
 
Investigadores pertenecientes a la Boston University School of Public Health de Estados Unidos, analizaron datos del Estudio Framingham Offspring correspondientes a 3.201 participantes, con una media de 59 años, en el transcurso de 12,3 años. Durante ese tiempo, 188 participantes desarrollaron insuficiencia cardiaca.


Los investigadores vieron que por cada punto más alto en la clasificación de salud cardiovascular, había un 23% menos de riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca. Aquellos individuos que estaban en el tercio medio redujeron su riesgo de insuficiencia cardiaca casi a la mitad en comparación con los del tercio inferior. Los que están en la parte del tercio superior redujeron su riesgo aún más.



Tenemos que aprender de las campañas de tráfico para reducir las muertes en carretera. Divulgación de las medidas necesarias para combatir la pandemia de obesidad y sedentarismo. Crear campañas en donde se vinculen determinados hábitos con la muerte y el padecimiento. Cambiar nuestras ciudades y hacerlas más peatonales. Promocionar el uso de bicicletas. Imponer tasas y restringir el uso de vehículos a motor. Más impuestos al azúcar y divulgación del etiquetado y contenido en sal y azúcar de los alimentos. Es la única forma en que aprendemos, por lo visto.

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