Y ahora, el cáncer se dispara



Entramos en una etapa en la que, necesariamente, se van a producir grandes alteraciones del "statu quo" actual. Podemos adelantarnos a lo inevitable con medidas adecuadas, o esperar a que la ola gigante se lleve por delante nuestro recién creado “estado del bienestar”.


Es verdad que adelantarnos con medidas correctas es una opción valiente y utópica. Cuesta sacrificio y exige altruismo y entrega de una generación en beneficio del futuro de nuestros hijos y nietos. En democracia, me atrevería a decir que eso es imposible, ya que no hay tal altruismo y los votos trasladados a corrientes populistas y demagogas, nadie los quiere perder.


Nuestra especie está diseñada para trabajar en grupo de forma cooperativa (altruista), pero en grupos de no más de 100 ó 200 individuos, a los que reconoce y con los que coopera en función de un bien común (la caza). Nuestro metabolismo está diseñado por la evolución para sobrevivir en un ambiente de gran exigencia física y con recursos alimenticios complicados y no siempre accesibles. En este contexto, cuando había alimento, se comía y se aprovechaba hasta la última caloría. Cuando, esporádicamente, podíamos tomar alimentos muy ricos en calorías, era una bendición para el futuro y nuestro cerebro establecía mecanismos de recompensa muy eficientes. De esta forma, los alimentos ricos en grasa eran los preferidos así como los muy escasos alimentos ricos en carbohidratos (raíces, tubérculos, frutas…) y, no digamos, la miel con su tremendo aporte calórico (pero de obtención muy rara y muy costosa, ya que había que quitársela a abejas africanas poco deseosas de compartirlo).


Todo esto ha cambiado súbitamente (centenares de años en términos evolutivos son, apenas, segundos para nuestra especie). Nos relacionamos con gente que no conocemos y estamos bombardeados por noticias que no fomentan precisamente nuestro espíritu colaborador y altruista).  Apenas realizamos actividad física al nivel de intensidad de nuestros ancestros y, sin embargo, comemos con el mismo espíritu de recompensa que nuestros tatarabuelos, con la salvedad de que ahora nos resulta muy cómodo ir a la panadería. Y, encima, soportamos la presión de una industria de los alimentos cuyo fin debería ser facilitarnos  una dieta saludable y sencilla de manipular y ha acabado compitiendo por captar y modelar nuestros gustos generando alimentos absolutamente nefastos consumidos al nivel que lo hacemos en la actualidad.



No soy nada optimista, en este sentido, y voy a poner un pequeño ejemplo de lo que nos espera. Cada cual que lo medite y considere


La actual pandemia de obesidad ha generado una segunda de diabetes 2. Frente a ella, en lugar de afrontar con campañas de información y con medidas políticas, el uso de actividades que generen ejercicio físico y pongan tasas elevadas a comida basura, hemos seguido dedicando nuestro esfuerzo colectivo a diseñar y pagar nuevos medicamentos para controlarla.


En este momento tenemos una tercera pandemia que es la insuficiencia cardíaca que le dota de una pésima calidad de vida a nuestros ancianos a los cuales lleva finalmente al fallecimiento (eso sí, después de consumir decenas de fármacos y realizarse cientos de consultas y atención especializada y hospitalaria).


Y ahora tenemos en puertas la anunciada pandemia de enfermedades oncológicas (cáncer). Nuestros diabéticos se provocan tal disturbio metabólico que alteran señalizadores inflamatorios como la IGF1 que inmediatamente comienzan a dañar nuestro proceso natural de control de células cancerígenas (que se están produciendo constantemente y a las que mantenemos a raya con nuestros procesos inmunitarios adecuados).

Lo tremendo es que todos estos gastos podrían haberse ahorrado si se hubiera detenido el comienzo, es decir, la obesidad y la resistencia a la insulina inicial. Solo ejercicio físico y una dieta adecuada y "toma ya" una vida nueva.


No lo hemos hecho así, porque no hay partidas suficientes para atender la medicina preventiva. Todo son recursos para la clínica. Más medicamentos, más atención sanitaria, más gastos ¿Y donde están los ingresos?

Podemos anestesiarnos repitiendo que nuestra Sanidad es un modelo y tratando, por todos los medios de evitar camas en los pasillos de los hospitales. Podemos seguir dándoles todos los medios técnicos que los especialistas nos demanden para tratar enfermedades potenciadas y favorecidas por los propios pacientes. Evitemos un titular en la prensa (muy dada a tratar lo superficial). Los médicos podemos alardear de tratar a los pacientes con la última tecnología o con el fármaco más novedoso. Podemos seguir, en definitiva, sin afrontar la realidad profunda. Pero el caso es que mientras no haya quien, valientemente, explique el problema de fondo, pida consenso a la sociedad y sacrifique un poco de la atención clínica doblando los recursos aplicados a la prevención, no se abordará el problema.

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