Para los jaleadores de las medallas... Este es el principio del fin. Esa es la realidad.



Este estertor final del deporte de élite de nuestro país se lo debemos al despertar de nuestras chicas. El acceso de la mujer, con pleno merecimiento, al deporte de élite, ha significado un éxito de medallas que no se merece la España Olímpica auténtica.



La realidad, en el trasfondo, es muy distinta. Los sucesivos planes de ayuda al deporte olímpico (ADO), suponen un fracaso conceptual y solo sirven para mantener la casta dominante del Consejo Superior de Deportes. En el fondo, las ciencias del deporte en España se mantienen a buen nivel gracias al esfuerzo personal de los licenciados CAFD, pero su acceso a la experimentación en universidades mediocres, con errores graves de planteamiento, garantizan un futuro desastroso.

En las facultades de Medicina sigue sin estudiarse la fisiología del ejercicio, ni la nutrición, ni la biomecánica, áreas que, en su momento, fueron asumidas por un colectivo de médicos entusiastas que tuvimos fuera de España la formación que no se daba aquí. 

Ahora en las facultades de ciencias de la actividad física y el deporte, la fisiología del ejercicio es una nimiedad dentro del aspecto curricular, al igual que las otras áreas clave de la formación de los futuros entrenadores de deportistas de élite. 

Y de la investigación, no hablemos. Sencillamente no la hay. Es mediocre, está sometida a criterios de compadreo y a una aplastante falta de recursos. Los jóvenes investigadores están mal pagados y sometidos a proyectos pésimamente valorados (por no decir, manifiestamente fraudulentos).

Por otro lado, la presión de los deportes profesionales como el fútbol, antítesis de cómo se deben hacer las cosas para llegar al máximo nivel orgánico, nos llevará al pozo del que salimos hace treinta años como un espejismo.

Seremos los que tendremos la liga de fútbol más importante del mundo y la que más extranjeros y dinero maneje, pero detrás de sus figuras mediáticas, hay poco auténticamente ejemplar. Baste con observar el dinero del presupuesto de los clubes dirigido a la fisiología del ejercicio, a la nutrición específica etc. Todo es traumatología y rehabilitación, eso sí, ahí están todos los recursos. Sacar al deportista lesionado rápidamente al terreno de juego.

No es el fútbol el ejemplo de la aplicación de las ciencias del deporte. Ni de la teoría del entrenamiento (desde que me comentara mi buen amigo Carlos Álvarez del Villar, cuando fue preparador físico de la selección). Ni de la aplicación de los conocimientos de la fisiología del ejercicio (como me comentó otro buen amigo, director de los servicios médicos del Madrid, González Ruano), ni del seguimiento de criterios de la nutrición especializada (también tengo anécdotas al respecto, cuando me comentaban jugadores de un club profesional, que una buena cerveza era el mejor recuperador del mundo).

Entre los lectores del blog habrá muchos deportistas que sabrán que lo que digo es cierto, y otros que, simplemente, entenderán que si esto lo dice uno de los miembros del grupo médico del primer plan ADO y posteriormente, director del centro de investigación deportiva de la Comunidad Autónoma de Murcia, algo de razón habrá…

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