Sobre la vitamina D

Cuando se descubrió el funcionamiento, similar al de una hormona, de la vitamina D, no se le consiguió cambiar el nombre debido a su afianzamiento en el lenguaje general. Sin embargo, desde entonces, hemos ido conociendo múltiples funciones de esta familia de prohormonas liposolubles entre las que destaca el metabolito funcional de la vitamina D, el 1,25-dihidroxicolecaciferol (también llamado calcitriol ó 1,25(OH)2D3), que es una hormona que regula la transcripción de genes dependientes de vitamina D, incluidos los necesarios para la absorción de calcio a nivel intestinal. 

Los humanos obtenemos la vitamina D principalmente de la exposición a la luz solar, aunque también existe una vía de adquisición mediante la dieta, ingiriendo alimentos ricos en vitamina D2 o D3 o en forma de suplementos dietéticos. La radiación ultravioleta B penetra en la piel y convierte el 7-dehidrocolesterol en pre-vitamina D3, que es rápidamente convertida en vitamina D3. Tanto la vitamina D que proviene de la síntesis cutánea como la adquirida por la dieta son metabolizadas en el hígado, convirtiéndose en 25-OH vitamina D, que posteriormente sufre la siguiente metabolización a la forma activa en el riñón mediante la acción de la 25-OH-D3-1α hidroxilasa.




Figura 1. Mapa mundial con latitudes. Encontramos sombreada la franja entre los dos paralelos  33º,  donde  se  puede  sintetizar  vitamina  D  cutánea  durante  todo  el  año. Modificad d  http://espanol.mapsofworld.com/mapa-del-mundo/mapa-del-mundo-con- latitud-y-longitud.html

La síntesis cutánea de vitamina D depende de factores como la pigmentación cutánea y el tipo de piel, el contenido cutáneo de 7-dehidrocolesterol, la edad, la latitud geográfica, la cantidad de piel expuesta (determinada por las costumbres para vestirse) o la utilización de protectores solares. Se ha comprobado que los sujetos de piel más oscura presentan insuficiencia de vitamina D con mayor frecuencia, y la aplicación de protector solar, incluso de un factor de protección tan bajo como 8, impide por completo la síntesis de vitamina D.

En contra de lo que se podría pensar, en los países más soleados también se ha detectado una prevalencia inusitadamente elevada de déficit de vitamina D, probablemente debido al hecho de que, aunque el lugar en el que se resida, reciba una alta insolación, puede que permanezcamos todo el día ajenos a dicha exposición encerrados en nuestros lugares de trabajo y desplazándonos en vehículos y transportes cerrados.
 
Intuitivamente, sería lógico asumir que los países con latitudes más bajas tuviesen una menor prevalencia de déficit de vitamina D, ya que el ángulo de incidencia del sol en estas regiones es más adecuado para su síntesis en la piel, sobre todo en verano/otoño y en las horas centrales del día. En latitudes por encima de los 33º, es prácticamente imposible sintetizar vitamina D desde el mes de noviembre hasta marzo. Sin embargo, los datos recogidos en estudios observacionales indican lo contrario: los niveles más bajos de vitamina D se encontraron en el Sur de Europa y América Latina, mientras que en el Norte de Europa y el Sudeste Asiático eran más altos, en una muestra de 7.564 mujeres postmenopáusicas. 

España se encuentra entre los 43º y los 36ºN, por lo que es previsible una variación estacional de los niveles de vitamina D y una disminución de la síntesis durante el invierno y el inicio de la primavera. Un estudio realizado por unos autores en Cantabria, mostró que en una muestra de 1811 individuos compuesta por mujeres postmenopáusicas y hombres mayores de 50 años, en Cantabria (43ºN), los niveles de vitamina D fueron de 26.2 ng/ml de media durante el periodo verano/otoño mientras que cayeron a 20.4 ng/ml en invierno y primavera. Lo más interesante de este estudio fue comprobar que ni siquiera durante los periodos de mayor insolación se alcanzaban niveles medios superiores a los 30 ng/ml y hasta un 40% de los participantes presentaban niveles de vitamina D inferiores a 20 ng/ml (criterios de deficiencia).

Tenemos, por tanto, una prohormona con acciones generales en el organismo distintas de la acción conocida de la vitamina D en el metabolismo del calcio. Por ejemplo, como un regulador central de la defensa del huésped contra las infecciones -la vitamina D activa rutas de respuesta eficaces contra bacterias, hongos y patógenos virales en las células del sistema inmune humano-. Sin vitamina D, la habilidad de las células para responder adecuadamente a las señales fisiológicas y patológicas se deteriora. En general se cree que la vitamina D atenúa la inflamación y la inmunidad adquirida, y por lo tanto potencialmente limita los daños colaterales en los tejidos

Pues bien, cuando estudiamos los niveles de vitamina D en las personas analizadas, resulta que estamos ante una auténtica pandemia de déficit de vitamina D. La deficiencia o la insuficiencia de vitamina D afecta principalmente a la salud del esqueleto, tanto en relación con el hueso como en la función muscular. Así mismo, puede relacionarse con enfermedades crónicas como el cáncer, enfermedades infecciosas, autoinmunes y cardiovasculares, muchas de estas, incluyendo la diabetes tipo 2, concomitantes a una inflamación crónica sobre el organismo. La vitamina D es un regulador génico importante, actuando sobre el proceso de la inflamación, mediada por macrófagos y asociada al tejido, a las células dendríticas y a los linfocitos T, centrándose las últimas investigaciones sobre cáncer de mama y de próstata, en esta diana de actuación, dada la regulación ejercida por la vitamina D sobre la inflamación.

¿Y su papel como ayuda ergogénica?

Se ha demostrado que la formula hormonalmente activa de la vitamina D, la 1,25-dihidroxivitamina D, tiene funciones críticas en el cuerpo humano y regula cerca de 900 tipos de genes. Sobre la base de la literatura presentada, es posible que niveles de vitamina D por encima del rango de referencia normal (hasta 100 nmol/L) podrían aumentar la función del músculo esquelético, disminuir el tiempo de recuperación frente al entrenamiento, aumentar la fuerza y la producción de potencia y aumentar la producción de testosterona, lo que en conjunto podría potenciar el rendimiento deportivo. 

En este sentido, es posible que dosis de vitamina D superiores a las recomendadas (es decir dosis de hasta 4000-5000 UI/día), junto con 50 a 1000 mcg/día de vitamina K1 y K2 puedan producir beneficios en el rendimiento deportivo

A pesar de esta situación, un gran porcentaje de las poblaciones de deportistas tienen déficits de vitamina D. En la actualidad, las investigaciones no aportan conclusiones definitivas sobre cual es la ingesta óptima de vitamina D, las formas específicas de vitamina D que uno debe ingerir, y las distintas interacciones nutriente-nutriente entre la vitamina D y la vitamina K que afectan la calcificación arterial y provocan hipervitaminosis.







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